Fandom: Beyblade
Nivel de conocimiento previo requerido:
Bajo o nulo
Por fin.
Después de esperar por meses, el tema que más me motivó a abrir Título en Proceso tendrá su primera publicación. Así es, han leído bien: una serie con casi quince años de antigüedad es el motivo por el que este blog existe.
Permitan que me explique.
Justo como dije en la primera publicación en la historia de Título en Proceso, no tengo gente con
la cual hablar de muchos de los temas que amo. Mi hermano es un gamer, pero los videojuegos que le interesan pocas veces coinciden
con los que me interesan a mí; y lo mismo ocurre con mi mejor amiga y las
series animadas que a ella le agradan. No tengo a nadie con quien discutir a
profundidad acerca de mis hiperfijaciones para generar debates y compartir
opiniones informadas.
Si se han fijado bien en las etiquetas de los temas que he
tocado hasta ahora en el blog, notarán que son sólo fandoms relativamente nuevos (Villainous) o con una fanbase enorme que se mantiene viva y
activa a pesar de los años (Sonic, Pokémon, Looney Tunes). Incluso los fandoms sin etiqueta propia y agrupados
en “Otros” entran en alguna de esas
dos: o son nuevos, o tienen una fanbase
difícil de aquietar.
Este hecho me ha permitido encontrar en YouTube, Reddit, Facebook y otras redes
a gente con la cual interactuar en pequeña escala. Es fácil encontrar en
Internet a gente activa y conocedora de esos temas en todos sus aspectos.
Con Beyblade: Saga Metal, las cosas son
diferentes. Como mencioné antes, la Saga
Metal acabó hace ya más de diez años;
e incluso si es posible encontrar grupos y canales medianos que todavía hablan
de ella, su enfoque suele ir más hacia el coleccionismo y el metajuego (o sea, los
torneos y la exploración de las tácticas más óptimas para ganar combates). Yo
no tengo nada en contra del coleccionismo o del metajuego, pero no son temas
que me interesen tanto. Mi verdadero amor a la Saga Metal viene del Ánime, y por desgracia, somos
poquísimos los que todavía hablamos y nos interesamos por él.
Así, resulta ser que Título en Proceso
tuvo su origen preciso de un deseo mío que no he podido cumplir en diez años: hablar libremente y sin ataduras de
Beyblade: Saga Metal. Conforme empecé a plantearme seriamente la idea de
abrir un blog, acabé expandiendo la idea a hablar acerca de otros fandoms, pero
Beyblade:
Saga Metal es el origen de todo.
Esta serie de publicaciones, como lo dice el título, será una retrospectiva acerca de mi historia con la Saga Metal. Hablaré de cómo la descubrí, el modo en que marcó mi vida, y lo que opino de ella en el presente. Estaré hablando un poco del lore de la serie, pero ese será el objetivo secundario. La idea principal es compartir algo un poco más personal, así que está bien si nunca has visto ni un solo episodio. Con esto dicho, creo que podemos comenzar.
UNA CARICATURA DIFERENTE
No sé si lo he mencionado antes, pero resulta que soy autista.
Más específicamente, padezco Síndrome de
Ásperger.
Una cualidad muy conocida sobre los autistas es nuestra inclinación a las hiperfijaciones: temas de nuestro
interés que muchas veces llegan al grado de la obsesión. Sin embargo, un
“efecto secundario” (por decirlo así) de las hiperfijaciones es que nos cuesta
trabajo abrirnos a explorar temas alejados de ellas. ¿Alguna vez te has fijado
que muchos autistas suelen tener gustos considerados “infantiles”? Pues eso se
debe a que simplemente esos son los gustos que formamos de niños y que permanecieron
en nosotros, y sin que hubiera ningún otro interés que nos pudiera sacar de
ahí.
Con todo eso explicado, supongo que no es extraño toparnos con que yo tenía 10 años y seguía viendo casi exclusivamente Discovery Kids. Así es: a los 10 años yo no veía ni Nickelodeon, ni Cartoon Network, ni Jetix; sólo un poco de Disney Channel, un poco de Playhouse Disney, un poco de Nick Junior, un poco de Canal 5, y mucho Discovery Kids.
Un día, tras ver el cierre del bloque Playhouse Disney para pasar a Disney Channel, un comercial llamó mi atención. Se trataba de los distintos canales y bloques que Disney poseía en ese entonces, siendo que mi atención fue captada por un supuesto “Disney XD”. En ese comercial tuve mi primer contacto con “Phineas y Ferb” y con “Kick Buttowski: Medio Doble de Riesgo”: las primeras series animadas no-preescolares que lograron llamar mi atención.
Esta captura es del segundo comercial de Metal Fusion: el comercial emitido después del estreno. El link para verlo es este. |
Fue justamente cuando comencé a adentrarme en Disney XD que vi
un comercial para una caricatura inusual para mi yo de 10 años. Era el
comercial del próximo estreno de una serie llamada “Beyblade: Metal Fusion”.
Considerando mi historial previo, lleno de caricaturas preescolares, ya se
podrán imaginar el impacto que ese comercial causó en mí. Los diseños de
personaje, las voces, el ambiente… Todo era nuevo y sorprendente. Y lo que es
más: para mis estándares de aquella época,
esta lucía como una caricatura para niños grandes.
Tenía muchas ganas de ver el estreno y descubrir lo que una serie de este tipo tenía para ofrecer… pero cuando le mostré a mi madre el comercial, a ella no le gustó porque “era del diablo”. Yo le pregunté qué significaba eso, y ella me explicó su perspectiva. Después de darme su explicación, tuvo la amabilidad de permitirme elegir por mi cuenta si veía la serie o no. Lo pensé un poco, y al final decidí darle una oportunidad a Beyblade: si el primer episodio me atrapaba, ya no daría marcha atrás; si no me enamoraba, le diría adiós para siempre.
Invité a mi hermano para que viera el estreno conmigo, y así, ese lunes a las 2:30 de la tarde, descubrimos el mundo del Beyblade.
NUEVOS HORIZONTES
Ya mencioné que por esas fechas tuve la dicha de conocer a
dos clásicos de Disney XD: “Phineas y
Ferb” y “Kick Buttowski”.
Gracias a que vi esas series, también comencé a darle su oportunidad a otras
series de géneros similares: La Pandilla
de la Pantera Rosa, Los Pingüinos de
Madagascar, Power Rangers: Samurai,
Kid vs Kat, entre otros que
posiblemente ya no recuerdo.
El espacio de tiempo que hubo entre mi primer acceso a estas series y el
estreno de Beyblade: Metal Fusion fue
menor a un mes (unas tres semanas cuando
mucho), así que ya se podrán imaginar que mi periodo de transición del
género preescolar/educativo al apto para todo público fue algo frenético.
Sin embargo, creo que ese frenetismo me ayudó a formar mi pasión por las series animadas. No es que nunca hubiese visto antes algo que no fuera apto para todo público: Bob Esponja, Los Padrinos Mágicos y los Looney Tunes estuvieron para mí desde siempre. Pero estaba tan acostumbrada a ese contenido tan “light-hearted” que, al empezar a ver cosas del estilo de Power Rangers o Kid vs Kat, no podía creer que existieran series con semejante grado de acción o narrativa. Y con series como La Pandilla de la Pantera Rosa o Phineas y Ferb, descubrí que puedes tener tramas sin tanta carga conflictiva pero también sin ser educativas como tal. Fue una explosión de descubrimientos para mi yo de 10 años cuyo impacto no puedo describir.
Y luego llegó el
esperado estreno de Beyblade: Metal
Fusion.
Si todas las series que mencioné antes fueron mi introducción al vasto mundo de los géneros no-exclusivamente-infantiles,
Beyblade fue mi emblema de dicho descubrimiento. Me daba igual si la idea de
unos trompitos con poderes era tonta, porque todo lo demás era nuevo y
asombroso.
El estilo artístico era como nada que yo hubiese visto
antes, los personajes eran muy extraños pero al mismo tiempo muy comprensibles,
y la trama… Santo cielo: la trama era increíble ante mis infantiles
ojos.
Nunca en la vida me había topado con una serie con tanto enfoque en la
serialización. Power Rangers: Samurai
también era serializada, pero al mismo tiempo había muchos episodios que eran
relleno y podían ser vistos en orden aleatorio. Con Beyblade, necesitabas ver
casi cada episodio para poder seguirle el ritmo a la historia, lo que a su vez
permitía expandir el worldbuilding
mucho más allá de lo que yo creí que era posible.
Captura del episodio 2, sacada del canal oficial de YouTube de la Saga Metal. |
Luego estaba el elemento mitológico. Ya de por sí es atractivo para un espectador de diez años el ver a alguien luchando al lado de un Pegaso, ¿y ahora me dices que puedo ver a alguien luchando al lado de un Pegaso en contra de un león que puede crear tornados? De nuevo, para mis estándares de aquella época, no existía nada mejor.
Después estaban los
villanos.
Hoy en día sé que los antagonistas y villanos pueden ser de toda clase de
formas, y pueden perseguir toda clase de objetivos. Pero en aquel entonces,
estando acostumbrada a villanos como Plankton, Denzel Crocker o el Doctor
Doofenshmirtz, subir de repente la escala de malicia al nivel del Señor Gato
(de Kid vs. Kat) o del Maestro
Xandred (de Power Rangers: Samurai)
fue un gran impacto.
Primera aparición de Doji, en el episodio 2. Doji es de esos personajes que tarde o temprano detestarás. Es difícil no detestarlo, lo que lo hace un villano efectivo. Además, en el doblaje latino recibe su voz del grandioso José Arenas. |
Cuando Beyblade: Metal
Fusion introdujo a Doji (uno de
los villanos principales), no puedo explicar lo que sentí. Reitero: para este punto de mi vida, todos mis
estándares y expectativas sobre series animadas estaban siendo demolidos.
En aquel entonces, yo sólo conocía a los villanos ultra-family-friendly con
risas cómicamente exageradas. Doji,
por el contrario, era un villano misterioso y usualmente calmado, pero no por
eso dejaba de lucir amenazante. De hecho, esa actitud suya lo hacía lucir más
aterrador.
Poco después de la llegada de Doji, otros villanos secundarios se unieron a Metal Fusion. Primero el desenfrenado Kyoya Tategami y su fiel seguidor Benkei Hanawa (quienes se reformaron y
entraron al bando de los héroes en menos de 10 episodios), luego el
desesperante Tetsuya Watarigani (quien
me alegra que no haya vuelto en futuras temporadas), y después los trabajadores
de Doji: la organización Dark Nebula.
Todos los villanos mencionados me asombraron de un modo u otro, aportándome nuevos conceptos que expandieron mi entendimiento de lo que la palabra “villano” puede significar.
PERO…
Si tenemos que hablar de IMPACTO, de SORPRESA y de TEMOR, hay un personaje de Beyblade: Metal Fusion que sobresale de entre todos los demás. Si ya has visto la serie y sabes de quién hablo, no puedes negar que este personaje es una leyenda entre leyendas. Si no tienes ni la menor idea de quién hablo, uf… Agárrate fuerte, querido lector, porque aquí es donde la Saga Metal se volvió mi mayor hiperfijación.
El villano del que voy por hablar no es un villano común. Es un personaje emblemático. Es tan popular en el fandom que puedo asegurar, sin miedo a equivocarme, que es el personaje más amado en la historia entera de la Saga Metal. Este peliblanco, que en la primera temporada fungió como el villano principal y más atemorizante, marcó un antes y un después en mi vida entera, y por ello le guardo un cariño excepcional.
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