Fandom: Looney Tunes.
Nivel de conocimiento previo requerido:
Bajo o nulo.
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TERCERA PARADA: “Rabbit Transit” (1947, dirigido por Friz Freleng)
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Estamos en el año 1947. El periodo de recuperación tras la Segunda Guerra Mundial está azotando a todo Estados Unidos, y el mundo de la animación no se salva de repercusiones. Con la economía apenas recuperando su balance, todos los estudios deben bajar la cantidad y la ambición de sus producciones, aferrándose sólo a lo que conocen sin perseguir demasiada innovación. Pero en Warner Bros. Animation, la recesión post-guerra no es lo único que mantiene limitadas las producciones.
Con Bob Clampett fuera del equipo de los Looney
Tunes, hay un poco de incertidumbre respecto al rumbo que el trabajo tomará
de aquí en adelante. Antes, Clampett era esa mente creativa que no dejaba de
inspirar a los demás directores a salirse de lo convencional. Ahora, realmente
no hay nadie generando ese nivel de
agitación.
¿Chuck Jones? Todavía le falta un
poco de trabajo para llegar a su época dorada. ¿Arthur Davis? Apenas está agarrándole el truco a esto de ser un
director. ¿Robert McKimson?
Honestamente, él nunca fue un verdadero innovador. ¿Friz Freleng? Bueno… el caso con Freleng es especial.
Friz Freleng era algo así como un “revolucionario silencioso”. A diferencia de Tex Avery en 1935-1941, Bob
Clampett en 1937-1945, o Chuck Jones
en 1948-1962, Friz Freleng no solía
hacer mucho ruido con sus innovaciones.
Freleng era uno de los mayores veteranos
que existían en el mundo de la animación estadounidense. Él fue parte del
equipo original de la Walt Disney Company,
iniciando labores en el lejano año de 1927.
No cualquiera puede presumir que “fue
parte del equipo original de Disney”, y entre el pequeño puñado de gente
que puede presumirlo, estaba Friz Freleng.
Isadore "Friz" Freleng. |
Habiendo formado parte de aquella primera generación de grandes animadores, Freleng tenía un muy buen instinto acerca de “qué tendrá éxito” y “qué va a fracasar”. Por ello, en vez de irse por la vía de los grandes revolucionarios probando ideas frescas a diestra y siniestra, Freleng prefería vivir las cosas con calma: limitarse a hacer lo más básico y efectivo, y sólo lanzar su poderío innovador cuando la situación lo permitía y lo requería. Freleng pasó tanto tiempo en el negocio de la animación que podía distinguir con claridad cuándo era un buen momento para revolucionar, y cuándo era más conveniente seguir la corriente.
Por eso, en estos momentos de 1947, cuando nadie más tenía ese instinto disruptivo a gran escala que caracterizaba a los Looney Tunes, Freleng decidió que era un buen momento para liberar su verdadero potencial creativo. Justo después de acabar el cortometraje “Tweety Pie” (el cual fue la primera aparición conjunta de Silvestre y Piolín, y resultó ganador de un Premio Oscar), Freleng decidió probar suertes con la tortuga de Avery, naciendo así la entrada final en la Trilogía de Cecil.
Cabe añadir que, para 1947, la situación con Bugs Bunny ya no era la misma que en entradas pasadas de la trilogía. Los años “formativos” del conejo ya habían terminado, así que ponerlo en historias donde se le viera tan estresado, enojado o desfavorecido se sentiría fuera de lugar. En estos años, el rol de Bugs Bunny como “una fuerza implacable e imperturbable” ya estaba más que establecido, ¿así que cómo iba a manejar Freleng las situaciones propias de un corto de Cecil?
Carta de título de Rabbit Transit. |
“Rabbit Transit” comienza bajo un contexto totalmente distinto al de las dos partes anteriores de la trilogía, y presenta una versión de los personajes muy diferente a la encarnación de Avery y Clampett. En Rabbit Transit, nuestra historia inicia en una sauna en vez del bosque, y presenta a Bugs y Cecil conociéndose por primera vez (similar a cómo Piolín y Silvestre “se conocen por primera vez” en cada uno de sus cortos) en vez de seguir la rivalidad ya establecida antes. A simple vista, podría parecer que Freleng está reseteando la relación entre Bugs y Cecil sólo porque sí. No obstante, hay razones detrás de esta decisión.
Primero, está el hecho de que en 1947 ya no podías jugar tanto con la personalidad de Bugs como en 1941-1943, así que ponerlo en un contexto donde su odio por Cecil fuese constante, intenso y con un largo historial ya no resonaría con el arquetipo del personaje que la audiencia amaba en ese momento. Luego, tenemos que recordar que Freleng era su propio artista, con un estilo desconectado al de Avery y su pupilo, así que si Freleng intentaba copiar sus narrativas, lo más probable es que no hubiese dado en el clavo de manera perfecta. Entonces, sabiendo que las épocas y el rumbo creativo han cambiado, creo que podemos entender por qué la parte final de la Trilogía de Cecil se siente un poco desconectada de las partes anteriores.
Así, este corto nos presenta a Bugs Bunny leyendo un libro de fábulas mientras se da un baño de vapor, sólo para toparse con la desagradable sorpresa de que, al final de la fábula de La Tortuga y La Liebre, la tortuga termina ganando. Mientras nuestro protagonista reacciona con un breve coraje (porque recuerden: Bugs Bunny ya no puede ser visto estresado por mucho tiempo), otro personaje en la sauna le cuenta que realmente es posible que una tortuga venza a una liebre. Este personaje es, obviamente, Cecil Tortuga, quien tras un pequeño roce contra Bugs, decide retarlo a una carrera para probar su punto.
Bugs y Cecil acordando una nueva carrera, esta vez, como si este fuese su primer encuentro en la historia. |
Como podrán ver, la relación entre el conejo y la tortuga está mucho más diluida y suavizada en Rabbit Transit. Incluso si nuestro protagonista todavía siente animosidad por su rival, definitivamente no es el mismo nivel de animosidad que vimos en Tortoise Beats Hare o Tortoise Wins by a Hare. También, Cecil no se siente tan superior a Bugs en esta tercera parte de la trilogía. La tortuga sigue siendo superior, pero sólo por un pequeño margen; como si hubiesen bajado un poquito el nivel de Cecil y subido un poquito el nivel de Bugs.
Nuestros dos competidores se preparan para competir, prometiendo ser honorables y no hacer trampa… sólo para que, menos de un minuto después, ambos empiecen a apilar triquiñuela tras triquiñuela. Y cuando dije que Cecil ya no es tan aplastantemente superior como antes, lo dije en serio, pues en esta ocasión, Bugs logra descubrir su primer plan para ganar la carrera, quitándole unos patines y otros medios de transporte que llevaba ocultos en el caparazón.
Es una lástima que Bugs no haya descubierto su segundo plan…
Y es que resulta que el nuevo truco universal que Cecil usará para destruir las ilusiones del conejo sigue estando oculto en su caparazón: un motor que le permite correr a una velocidad sólo posible en caricaturas. Gracias a este motor, Cecil es capaz de recorrer en menos de un minuto la distancia acordada para la carrera: desde su locación actual en algún lado del oeste estadounidense hasta Grant's Tomb (Manhattan, NY)… Y sí: eso significa que, en esta ocasión, Bugs y Cecil cruzarán el país entero de Estados Unidos, desde el extremo oeste hasta el extremo noreste. Es un reto mucho mayor al que vimos en partes anteriores a la trilogía, donde la carrera tenía a lo mucho 1km de longitud, pero este nivel de exageraciones caricaturescas (tanto en la longitud del recorrido como en la velocidad de Cecil) son parte del estilo humorístico de Freleng.
Cecil mostrándole a la audiencia el motor dentro de su caparazón. |
En fin: ante la sorprendente
velocidad de Cecil, Bugs intenta una serie de trampas más pequeñas, de forma
muy similar a lo ocurrido en la primera parte de la trilogía. Por ejemplo, aquí
Bugs arranca su avance antes de tiempo,
se envía a sí mismo por correo para
cortar la mitad del camino, y le quita
el caparazón a Cecil para estropear su motor.
No obstante, y de forma opuesta a las partes dirigidas por Avery y Clampett,
las trampas de Bugs sí le permiten
conseguir pequeñas victorias ante Cecil. Esos breves avances que el conejo
logra hacer obligan a Cecil a tomarse
más en serio la competición, incitándolo a él también comenzar a apilar
unos cuantos trucos pequeños encima de su truco principal.
Un ejemplo de Bugs consiguiendo una pequeña ventaja sobre Cecil. Gracias a su capazón motorizado, Cecil ha logrado llegar al punto medio de la carrera, en Miami. |
Mientras se relaja un poco en la playa, Cecil recibe un regalo. |
Al abrir el regalo… |
…Bugs sale de él, sorprendiendo a Cecil lo suficiente como para tomar una pequeña delantera, y forzándolo a tomar más en serio la carrera a partir de este punto. |
A eso me refería
cuando, en párrafos anteriores, mencioné que Rabbit Transit presenta
una versión más “pareja” de la
rivalidad entre Bugs y Cecil.
Es claro que Freleng sabía que poner a un Bugs Bunny completamente vulnerable
en un corto de 1947 no luciría bien.
Pero al mismo tiempo, poner al usual Bugs Bunny invulnerable tampoco sería correcto porque eso
arruinaría la magia de Cecil. Entonces, si la balanza no puede inclinarse
demasiado a favor de nadie en particular, la única opción que queda es generar un balance.
Para lograr ese
balance, lo único que Freleng necesita es hacer un solo cambio en la fórmula original de Avery y Clampett: no dejar que Bugs se quede atascado en su
estupefacción. Con tan solo ese cambio, el maestro de maestros hace un
cambio de balance entre ambos personajes.
En Tortoise Beats Hare, Bugs nunca
logra salir de su estado de shock, y eso le acaba costando la carrera. En Tortoise Wins by a Hare, Bugs nunca se
quita el disfraz de tortuga porque cree que ahí está a clave para ganar, y eso
le acaba costando la carrera. Pero aquí en Rabbit Transit, Bugs sólo se atasca
en su coraje por unos segundos, e inmediatamente después reacciona para lanzar un contraataque preciso. De igual modo, Cecil
responde a los contraataques del conejo con sus propios contra-contraataques,
generando una competencia genuina
por ver quién es el mejor diablillo. Es
como ver una competencia entre dos Bugs Bunnys; y es ahí donde radica la magia
de la interpretación de Freleng.
Otro ejemplo de Bugs dándole pelea a Cecil. Mientras la tortuga habla con la audiencia sobre lo inteligente que es,… |
…descubrimos que Bugs está montado sobre él asando salchichas;… |
…y bajo la excusa de que “un buen boy scout siempre se asegura de apagar bien sus fogatas”, le echa agua al motor de Cecil para apagarlo. |
Para rematar, Bugs le echa la cubeta a la cabeza de Cecil… |
…marchándose de un brinco y dejado aturdido a Cecil por unos segundos. |
Así, el conejo y la tortuga se enzarzan en un pequeño back-and-forth de tramposos, ya no sólo para ver quién gana la carrera, sino por ver quién es el más ingenioso con sus trucos. Llegamos a la recta final, con Cecil teniendo una considerable ventaja por sobre Bugs gracias a su caparazón con motor de jet. Parece que la tortuga se llevará un marcador perfecto de 3-0 en la trilogía…
Pero entonces, Cecil decide apagar su motor cuando ve a Bugs acercándose, permitiendo al conejo adelantarse en el tramo final y, finalmente, ganar su primera carrera. Bugs nunca se detiene a reflexionar por qué su rival tiraría la toalla de semejante modo, y se concentra sólo en recuperar el aliento y disfrutar de su primer triunfo en esta trilogía entera. Cecil tampoco luce molesto por haber perdido, limitándose sólo a elogiar la velocidad que el conejo alcanzó al llegar al tramo final de Manhattan.
Mientras Bugs recupera el aliento y se alegra de haber ganado, Cecil llega a la meta y elogia la velocidad de su rival. |
Cegado por el orgullo, Bugs exclama cómo está seguro de que corrió a una velocidad mínima de 100 millas por hora (o 161km/h)… y no nota la señal frente a él que dice que el límite de velocidad en ese camino es de 30 millas por hora (48km/h). Creo que ahora sabemos por qué Cecil apagó su motor en el tramo final… En cuanto a Bugs, gracias a que admitió en voz alta y con orgullo su despliegue de velocidad, un par de policías no tardan en restringirlo. El conejo ha ganado la carrera, ¿pero a qué costo?
Bugs siendo arrestado por exceso de velocidad, mientras él intenta zafarse para darle una tunda a Cecil por el engaño. |
Con esta victoria pírrica de Bugs Bunny y unas palabras finales de parte de Cecil, este cortometraje y la trilogía entera llegan a su final.
CONCLUSIÓN
La Trilogía de Cecil es una parte bastante especial del catálogo entero de cortos clásicos de los Looney Tunes. Es una prueba de que el mismo personaje puede ser tratado de formas diferentes dependiendo del autor, y eso no es malo. También es el origen de uno de los personajes secundarios más apreciados en el fandom de esta franquicia. Es divertido analizar cómo estos tres cortometrajes, que en conjunto no suman ni media hora de contenido, guardan tanta información sobre qué hace tan único el estilo humorístico de cada director: el revolucionario pero calculador Tex Avery, el alocado y brutal Bob Clampett, y el experimentado maestro Friz Freleng. Cada parada en la Trilogía de Cecil es única, pero al mismo tiempo, es más consistente de lo que parece.
Aquí en Título en Proceso, me gusta hablar de lore profundo y extenso. Sin embargo, a veces me siento con humor para relajarme un poco y alejarme de los análisis densos. Cuando eso pasa, los Looney Tunes son mi zona de confort. Los LT no necesitan ser ultra complicados para entretenerte. Sus personajes pueden ser descritos con una sola frase, y lo mismo pasa con sus tramas.
Un argumento tal como “una versión fracturada de la fábula de La Tortuga y La Liebre” es simple y sencillo, lo que permite que cada director le dé su propio toque sin que las tres partes de la trilogía se sientan desconectadas. Lo mismo pasa con Cecil, quien puede ser descrito solamente como “una tortuga que, a pesar de su porte tan soporífero, es más astuto que Bugs Bunny”: una descripción tan general que cada director puede usarla a su propio modo sin arruinar el espíritu que caracteriza al personaje.
Incluso en épocas
modernas, en un mundo donde Avery, Clampett y Freleng tristemente ya no están
con nosotros, estas generalidades siguen usándose para crear nuevas animaciones
de Cecil; todas con su propio giro, pero
todavía sintiéndose conectadas con lo que vimos en la década de los 1940s.
El estilo humorístico cambia, pero eso no significa que se vuelva malo.
Pensemos en la encarnación de Cecil en El
Show de los Looney Tunes (¿recuerdan que hablamos de esa serie al inicio de
esta serie de publicaciones?), donde directamente es un estafador y un criminal.
O recordemos su encarnación de Looney
Tunes Cartoons, donde sus habilidades de caricatura son llevadas a un nivel
incluso mayor que en la Era Clásica.
Si bien yo podría
haber limitado mi análisis de la Trilogía de Cecil a sólo describir qué ocurre
en cada corto, me pareció mucho más atractiva la idea de usarlo como una
demostración de cierto principio audiovisual que muchas veces olvidamos: no podemos esperar que dos personas tengan
el mismo estilo artístico, ni mucho menos podemos permitirnos creer que
“distinto” es sinónimo de “baja calidad”.
Aunque es posible que un artista copie a otro, muchas veces la copia será
inferior a la original por el simple hecho de que el copista no estará expresando su verdadero talento. Está bien
copiar cuando eres un novato aprendiendo cómo hacer un trabajo, pero a la hora
de hacer algo serio (como una animación),
lo mejor que puedes hacer es seguir tus instintos para moldear el espíritu de
la obra original a tu modo. Si eres un verdadero artista,
descubrirás que lograste hacer una mezcla perfecta entre tu estilo personal y
el espíritu original de la obra.
…
Y con eso, hemos terminado una serie de publicaciones más. Tal y como verán en mi publicación de aniversario, grandes cambios se vienen a la agenda de este pequeño blog. Intentaré adelantar un poco de mi próxima serie de publicaciones antes de que terminen mis vacaciones, pero como comprenderán cuando lean esa publicación de aniversario, puede que eso nos tome unos cuantos meses. ¡Hasta entonces, queridos lectores, no olviden ser creativos y celebrar su propio estilo!
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