domingo, 12 de mayo de 2024

La trilogía de Cecil la Tortuga: siempre hay más de un modo de hacer comedia. [Parte 2 de 3]

Fandom: Looney Tunes.
Nivel de conocimiento previo requerido: Bajo o nulo.
Tiempo estimado de lectura: 10 minutos.
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SEGUNDA PARADA: “Tortoise Wins by a Hare” (1943, dirigido por Bob Clampett)

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Es el año de 1943. Tex Avery abandonó el equipo de los Looney Tunes hace un par de años, y en su lugar, los otros directores están intentando volverse la nueva sensación. Si bien Friz Freleng y Norm McCabe llevan la buena racha que siempre los caracterizó, hay alguien más que está arrasando con la fuerza de un huracán: Bob Clampett.

Robert “Bob” Clampett.

Clampett suele ser considerado como el sucesor espiritual de Avery, pues habiendo sido el favorito de sus pupilos y heredado su equipo de animadores, no es de extrañar que su estilo artístico resultase tan similar al de su maestro. No obstante, existen muchas diferencias entre el calculador y rebelde Avery, y el explosivo y brutal Clampett, las cuales se manifiestan muy bien en la segunda entrada de la Trilogía de Cecil: “Tortoise Wins by a Hare”.

Carta de título de Tortoise Wins by a Hare.

Con tan solo echarle un vistazo a la escena inicial de este corto, ya podemos hablar un montón de los cambios que han ocurrido entre 1941 y 1943. El modo de dibujar a Bugs ha evolucionado, y en vez de tener los rasgos más animalísticos que Avery concibió, ahora lo vemos con la silueta más humanoide con la que la mayoría de nosotros lo recordamos. La paleta de colores también ha cobrado algo más de vida, lo que es prácticamente un requisito obligatorio para tener un buen corto de Clampett.

Narrativamente, también podemos notar que el simplismo relativo de Avery ha sido reemplazado por la grandiosidad desmedida de Clampett.
En la primera parte de la trilogía, la carrera entre Bugs y Cecil es tratada como una pequeña competencia, con mucho valor para el conejo pero poca relevancia en el entorno social. En su cortometraje, Avery nos da un aire más casual por parte de los competidores.
Pero en esta segunda parte, Clampett nos presenta la idea de que Bugs ha estado compitiendo y perdiendo contra Cecil durante MUCHAS ocasiones, y la situación ha escalado de una pequeña rivalidad casual… a un mundo competitivo donde la población local entera de conejos le tiene rencor a Cecil, quien ahora es idolatrado por la población local entera de tortugas como un héroe. Hay periódicos cubriendo el asunto, apostadores dejando todo lo que tienen por su bando favorito, películas acerca de las victorias de Cecil, y hasta conejos criminales yendo tras la cabeza de la tortuga.

Un periódico anunciando la próxima carrera entre Cecil y Bugs.
Por favor, seamos maduros y no hagamos mención a esa pequeña nota periodística en la parte inferior...

Todos estos cambios son un reflejo del estilo humorístico de Clampett, quien elimina casi todo rastro de sutileza de su mentor, y desborda energía y vivacidad en cada movimiento de sus personajes avivados. ¿Quieren otro ejemplo? Sólo vean el berrinche desmedido de Bugs al inicio de esta segunda parte de la trilogía, mientras se pregunta a sí mismo cómo diantres ha sido vencido por una tortuga en tantas revanchas. Si el conejo de Avery tenía un arranque de incomprensión más humano, el conejo de Clampett parece estar a un pelito de lanzar patadas a todos los muebles de su casa.

Comparativa entre el rant original de Bugs por Avery y el rant de la secuela por Clampett. Hay muchas diferencias que podemos notar entre la interpretación de ambos directores. Iniciemos notando que la paleta de colores de Clampett está un poquito más saturada que la de Avery. Sigamos con que el diseño más nuevo de Bugs tiene proporciones más cuidadas.
Finalicemos con lo más importante: el nivel de exageración en las poses. Mientras que el Bugs de Avery sólo tiene la espalda algo arqueada, en una postura más o menos realista, el Bugs de Clampett está tan inclinado hacia el suelo que, si siguiera las físicas de la vida real, se caería de boca.
Este es un ejemplo excelente de las diferencias entre el mentor Avery y el pupilo Clampett, donde puedes ver semejanzas y diferencias por igual.

Este es un aspecto que no puedo recalcar lo suficiente. En serio: la energía en las animaciones de Clampett simplemente está a otro nivel. Las expresiones faciales de sus personajes siempre cargan con una enorme fuerza, con muchas arrugas y detalles mostrando la crudeza en cada uno de sus dibujos. Las poses corporales abandonan la sutileza y credibilidad de Avery para dar pie a la exageración que sólo un dibujo animado podría conseguir. Los movimientos se sienten erráticos cada vez que algún personaje está al borde de la euforia. Ese es, a grandes rasgos, el estilo humorístico de Clampett: un estilo que genera comedia a base de vigor puro.

Y es así, con ese vigor a la décima potencia, que Bugs decide descubrir el secreto de las constantes victorias de Cecil sin importar el costo. Equipado con un tonto disfraz de anciano que enorgullecería al Equipo Rocket, nuestro conejo se presenta a la casa de Cecil, fingiendo ser un simple viejito que siente curiosidad por las victorias de la tortuga.

El “inocente viejito” siendo recibido por Cecil.

En este momento, Clampett nos recuerda cómo, a pesar de tener un estilo mucho más errático, no deja de ser el pupilo de Avery.

Si recuerdan bien la parte 1 de la trilogía, de seguro también recordarán que Cecil suele fingir ser tonto y soporífero, para efectuar sus trucos en vivo y en directo sin levantar sospechas. En esta escena, Clampett honra el legado de su mentor al mantener esa actitud en la tortuga, permitiéndole efectuar su próxima triquiñuela e insultar la inteligencia de Bugs sin que NADIE (ni Bugs en el corto, ni nosotros en la audiencia) se lo vea venir hasta que sea muy tarde.

Así, Cecil le cuenta al “inocente viejito” que su secreto para ganar se encuentra en el hecho de que “las tortugas tienen un diseño aerodinámico”. Según Cecil, la forma redondeada del caparazón de las tortugas es un diseño de última generación que permite que el aire fluya fácilmente frente a él; caso contrario al de los conejos, donde sus largas orejas obstruyen el paso del viento.
Obviamente, cualquiera de nosotros en la audiencia sabe que lo que Cecil está diciendo es más falso que un billete de $53 pesos… pero la cuestión aquí es que Bugs está tan desesperado a estas alturas de la vida que en ningún momento duda de nada. Ante la perspectiva del conejo, su tonto disfraz ha funcionado y Cecil le ha entregado la llave de la victoria.

De nuevo, Cecil ha probado su superioridad. La revancha todavía no inicia y él ya ha ganado.

La supuesta razón por la que Cecil siempre gana las carreras: “porque fue diseñado aerodinámicamente”.

Y si creían que ahí se acaban las sutilezas narrativas que conectan a Avery con Clampett, se equivocan. En la primera parte de la trilogía, les conté cómo Cecil fue capaz de esquivar los insultos de Bugs cuando apenas se conocieron: saliéndose de su caparazón ante una zarandeada furiosa, o diciendo un simple “No” para tumbar un argumento desmotivador. En esta segunda parte, Cecil no oculta el hecho de que sabe que el “inocente anciano” hablando con él es Bugs, demostrando con sus actos que puede ver a través de su fachada e insultándolo en su cara SIN QUE EL CONEJO SE DÉ CUENTA.
Primero, Cecil usa la barba falsa de Bugs para secar un plato lavado. Luego, le ayuda a escribir sus “acordeones” sobre el aerodinamismo de las tortugas. Y por último, en un despliegue de descaro sutil que mezcla a la perfección los estilos de mentor y pupilo, Cecil le da un consejo extra al “inocente anciano”: “Y otra cosa: los conejos tampoco son muy inteligentes”.

Cecil acaba de decirle en su cara a Bugs Bunny que no es muy inteligente. Lo siento, pero yo no puedo poner en palabras el nivel de DESCARO y ASTUCIA que Cecil refleja con ese simple diálogo. De nuevo: aquí vemos por qué Clampett es el sucesor espiritual de Avery. Este un MUY BRUTAL golpe al orgullo del conejo, llevado a cabo con una sencilla frase en un tono de voz soporífero. La brutalidad fusionada impecablemente con la sutilidad. Damas y caballeros, estamos ante el trabajo de uno de los grandes genios de los años 40s.
¿Y cómo sabemos lo mucho que a Bugs le pesa esta situación entera? Porque en cuanto Cecil cierra la puerta, nuestro protagonista sufre un pequeño arranque de enojo que sólo se podría conseguir con el estilo tan vigoroso de Clampett.

Aunque, seamos sinceros: cuando Cecil dijo que “los conejos tampoco son muy inteligentes”, algo de razón tenía, porque Bugs se ha tragado el cuento de que “las tortugas son más aerodinámicas que los conejos”, y ha decidido construirse su propio caparazón de metal. Combinando ese caparazón con un gorro de natación para ocultar sus orejas, el conejo está confiado de que su nuevo “diseño aerodinámico” le dará la victoria, por lo que no tarda en anunciar una nueva revancha contra Cecil.

Bugs presumiéndole a la audiencia su nueva “arma secreta”.

Así, la enésima carrera da comienzo. Al contrario de la carrera original de Avery, donde Bugs estuvo dispuesto en un inicio a progresar de manera honrada, en esta carrera de Clampett vemos al conejo haciendo trampa desde el arranque. Recuerden que, en el contexto de este segundo corto, la rivalidad entre Cecil y Bugs ha escalado a una talla importante, donde el orgullo de toda la raza de los conejos está dañadísimo. Bugs se pone su disfraz “aerodinámico” de tortuga, y despega a la velocidad de un misil por la carrera, dejando muy atrás a Cecil.

Pero aquí es en donde las verdaderas consecuencias del engaño de la tortuga se dejan ver.

¿Se acuerdan que, al inicio de esta publicación, mencioné que la situación ha escalado al grado de que hay conejos criminales queriendo matar a Cecil? Pues bien: ahora que Bugs se ha hecho un disfraz casi perfecto de tortuga, esos conejos criminales creen que él es la tortuga, y proceden a masacrarlo con tal de que “la tortuga” no gane la carrera. Parece que Cecil en serio no bromeaba cuando dijo que “los conejos tampoco son muy inteligentes”.
Así, equipado con su propio disfraz barato de conejo, Cecil logra convencer a los criminales de que él es Bugs, obteniendo su apoyo mientras el verdadero conejo sufre las consecuencias de su desesperación. La animación vivaz tan característica de Clampett no hace más que exaltar la ridiculez de este cortometraje, dándole un bonus de comedia violenta a una trama que originalmente fue tan elegante. A estas alturas, la fábula de “La Tortuga y la Liebre” ya no sólo está fracturada: está destrozada.

Bugs siendo confundido con “la tortuga”, lo que lleva a que los otros conejos lo saboteen…

 

…al mismo tiempo que ayudan al “conejo”: Cecil con un pobre disfraz.

Obviamente, Bugs hace todo lo que puede por sobreponerse al truco a gran escala que Cecil ha puesto en marcha, pero teniendo a toda su especie en su contra, sus esfuerzos resultan ser en vano. De este modo, Cecil vuelve a ganar la carrera, rompiendo una vez más el orgullo y la estabilidad mental de Bugs. No obstante, y recordando el hecho de que el imparable Clampett está en la silla del director, la reacción de nuestro protagonista ante la derrota es de todo menos “realista”, “coherente” o “humana”.

En un arranque final de desesperación, Bugs logra zafarse de los conejos agresores de un solo movimiento. Acto seguido, nuestro protagonista grita a todo pulmón “¡TONTOS! ¿QUÉ ESTÁN HACIENDO? ¡YO SOY EL CONEJO! ¡EL CONEJO! ¡MIREN: YO SOY EL CONEJO!” mientras desgarra con sus propias manos el caparazón metálico que llevó puesto durante toda la carrera. Por desgracia, la carrera ya ha terminado y Cecil ya ha sido declarado el ganador, así que el daño ha sido hecho.

Cuando los otros conejos entienden lo que ha ocurrido, deciden acabar con su propia vida por la vergüenza, en uno de los tropos más distintivos de la escritura de Clampett. Este suicidio no es nada gráfico, pero a la vez, la imagen de un grupo de gente apuntando una pistola a sus cabezas es una de las partes más oscuras que se repiten en la escritura del joven pupilo de Avery. Reitero: esta clase de escenas no son explícitas. Nunca hay sangre ni sesos en pantalla. Sin embargo, incluso en aquel entonces, estos chistes eran vistos con malos ojos por una porción de la audiencia. Si hay algo que Clampett heredó de Avery, es su sentido rebelde y disruptivo… sólo que el modo de Clampett de expresarlo a veces era más… censurable.

Los otros conejos suicidándose tras descubrir que cayeron en la trampa de Cecil.

Bob Clampett fue el director insignia de los Looney Tunes desde que Tex Avery abandonó el equipo, trayendo al mundo los cortometrajes más salvajes e irreverentes de toda la Era Clásica. No obstante, su salida del grupo en 1945 dejaría un vacío creativo que quedaría sin resolver durante unos cuantos años.
Entonces, sin un nuevo director revolucionario a partir de 1945, los Looney Tunes entrarían en un breve periodo de recesión, donde los demás directores se limitarían a hacer “sólo lo suficiente”. ¿Qué pasará con la última parte de la Trilogía de Cecil ahora que tanto su creador como su sucesor han abandonado el juego?

CONTINUARÁ...

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